Malditas vacaciones, malditas ideas de
juntarse la familia. Hace un par de días tuve una comida de estas donde se
junta toda la familia y hay gente que ni siquiera conoces. Fui a regañadientes.
Con el calor que hacía, lo único que me ayudaba era saber que allí había
piscina.
Llegamos a las 11, un poco pronto, por si
teníamos que ayudar en algo. Empezó a llegar gente que ni sabía que existía.
Esto es una prima de tu tío, esto es un hijo del hijo del hermano de tu padre,
y así hasta que confundí caras y nombres. Soy malísimo para eso, hasta que
llegó una prima, muy, muy lejana que tenía unas tetas enormes y de esa sí que
me acordé de todo en detalle.
Nos presentamos y nos pusimos a hablar.
Más por estar cerca de sus tetas que por conocerla, no nos engañemos, pero me
sorprendió gratamente el ver que charlar con ella era muy interesante y tenía
mucho por contar. Eso sí, no podía evitar mirarle las tetas de tanto en cuanto.
Con la ropa puesta, me controlé bastante bien porque no mostraba toda su
delantera.
Llegó la hora de la comida y seguimos
hablando. Hablamos de la universidad, ella estudiaba también, pero se fue a una
de fuera a estudiar. La comida fue espectacular. Una torrada donde había carne
de sobra y después una buena siesta. Mentira, seguí hablando con mi prima
lejana tetona, eso no hay que olvidarlo.
Cuando había pasado una hora al terminar
de comer, el calor arreciaba y la piscina nos llamaba así que todos los que
teníamos bañador o bikini nos metimos en la piscina. Éramos 15 dentro. Vaya
locura. Todo el mundo mojándose, tirándose, restregándose. Yo sobretodo cerca
de mi prima, la que también notaba que se pegaba mucho a mí. Muchas veces
notaba sus enormes pechos pegados a mí y sus pezones duros, por la temperatura
del agua, en mi espalda, mi brazo encajado entre sus pechos, su culo en mi
paquete. Todas esas posturas casuales solo tenían una intención y de tanto en
cuanto lo conseguían. Ella notaba mi polla dura en todo su esplendor. En esos
momentos, se giraba y me guiñaba un ojo. Me ponía rojo y me moría de la
vergüenza. Mierda, pensaba, esto está lleno de gente y alguien lo va a notar.
Tuve suerte, nadie se dio cuenta. Y mientras seguía embelesándome con las tetas
de mi prima. Yo también fui malo y le metí mano a sus tetas, mientras jugábamos
“inocentemente”. Alguna de las veces que me tenía su culo apretado en mi
paquete, mis manos se escabullían a su entrepierna. Ese coño húmedo y
resbaladizo, le metía los dedos entre sus labios y notaba su calor. Cada vez
que me atrevía a hacer eso cuando me separaba de ella, la miraba a los ojos y
me chupaba los dedos. La excitaba saber que tenían su sabor. Cuando la gente se
fue cansando de estar dentro del agua quedamos ella y yo hablando, a lo que me
susurró al oído: “ve al baño y en cinco minutos estoy ahí, necesitamos
probarnos mutuamente”.
Me fui para el baño. Me deshice del
bañador húmedo que oprimía mi dureza y ahí plantado con la polla más dura que
una piedra esperé a que apareciera mi dulce prima pechugona. Pero no puse el
pestillo y la puerta se abrió. Cuál fue mi sorpresa cuando la que abrió la
puerta fue una tía mía y no mi prima. Cerró la puerta de inmediato, pero la
volvió a abrir y me repasó de arriba abajo. Yo me tapaba como buenamente podía
pero mi erección era imposible de tapar. Así que se lo pensó una milésima de
segundo y entró. Le dije: “no pongas el pestillo que no te esperaba a ti”. Me
cogió las manos y me las quitó de delante para ver mejor la polla. Con un dedo
la rozó y comprobó lo tensa que estaba. Se movió como un muelle. Está a punto.
Se arrodilló y la cogió con su mano derecha mientras que con la izquierda
acariciaba los huevos cuando entró la prima por la puerta y se sorprendió.
Entra, entra, le dije, se ha añadido. Le hizo gracia la idea porque vio mi
polla como palpitaba al verla. Se desprendieron de sus ropas y se arrodillaron
ante mí. Me acojoné porque si no podía con una como lo iba a hacer con dos.
Dejé que me lamieran por turnos. Pensé: “ahora sí que empieza la comida
familiar”. Mi prima con sus enormes pechos me rodeó la polla y los estrujó
contra ella moviéndose rítmicamente. Mientras yo con mis dedos, digiturbaba a
mi tía que iba húmeda al haberse encontrado la situación hacía unos minutos.
Como con mi prima, miraba a mi tía a los ojos cada vez que me lamía sus jugos.
Mi prima y yo nos tumbamos en el suelo.
Ella seguía haciéndome una gran mamada mientras yo tenía el coño de mi tía en
la boca. Esa mujer era un pozo sin fondo, mojada al 100% disfrutando de mis
lamidas y mis dedos juguetones. Mi polla necesitaba descansar porque sinó me
iba a correr y eso no era justo. Le dije a mi tía que se vistiera y fuera a
buscar hielo para bajar la temperatura de mi polla. Mientras ella no estaba, me
dediqué al coñito joven de mi prima. Lo contemplé. Lo abrí bien con mis dedos y
le di un lametón de arriba abajo. Así mi polla seguía descansando y no dejaba
que mi prima abandonara el estado de excitación. Sus flujos vaginales solo hacían
que lamiera, chupara y jugara con mis manos con más avidez. Mi prima se mordía los
labios, su respiración era entrecortada, no podía gemir porque sino la escucharían.
Llegó mi tía con el hielo y esta vez sí
que puso el pestillo. Cogí un hielo en cada mano se lo puse en la entrepierna a
mis familiares. El frío después de tanto calor era una bendición. Ellas hicieron
lo mismo conmigo. Moví los hielos subiendo hacia su ombligo y luego a sus
pezones. Iba haciendo los movimientos de forma simétrica. Ellas hicieron lo
mismo con los suyos. Me metí uno en la boca cubierto por los fluidos de uno de
sus chochetes y luego el otro, saboreándolo. Luego me acerqué a mi prima y le
di un largo beso mientras le pasaba el hielo. Mientras ella lo tenía en la
boca, hice lo mismo con mi tía. La besé. Noté la diferencia entre las dos. Se notaba
más la experiencia de mi tía aunque mi prima no lo hacía nada mal. Para ser
sincero, yo era el que lo hacía peor. Volví a mi prima para que me devolviera
el hielo, pero ya se lo había comido. Solo me quedó compartir otro largo beso
jugando con las lenguas y mi tía que se aburría, me estiró y me besó también. Cuando
paró, me di cuenta que mi erección volvía a estar a tope.
- ¿Alguien tiene un preservativo? - pregunté.
- Creo que yo tengo uno, pero no lo voy a
usar contigo. Tengo mis límites – dijo mi tía.
- Pues si tú no lo usas, lo usaré yo – dijo
mi prima arrebatándole el condón a mi tía. – Siéntate – me dijo.
Me senté. Con sus habilidosas manos me lo
puso y se insertó mi polla en su caliente coñito. Nuestra tía se quedó mirando
y sin poder evitar que sus manos se fueran a la entrepierna. Mientras mi prima subía
y bajaba rítmicamente. Sus tetas me hipnotizaban. Sus músculos vaginales se contraían
y hacían que la fricción entre los dos fuera mucho mayor. Me agarré a su culo y
sentía la potencia de penetración que ejercía. Estábamos los dos a punto, lo
notaba en su mirada, en sus gemidos, en sus latidos cuando ponía mi cabeza
entre sus tetas. Aumentó la velocidad cuando ella sabía que iba a terminar. Al llegar
al punto, par ano gritar, me mordió el hombro dejándome una buena marca. Mierda…
como lo voy a contar luego… me haré el loco, pensé. Nos corrimos los dos. Llené
el preservativo. Cuando mi prima desenvainó mi polla se vio todo lleno de
semen. Me lo quité e hice un nudo, pero siempre quedan gotitas que aprovechó mi
prima saboreándolas con su lengua húmeda.
Mi tía mojada y chorreando todas sus
piernas nos miraba como suplicando un orgasmo. Se sentó en el váter que ya
estaba resbaladizo gracias a mi prima, abrió bien las piernas y se dejó hacer. Con
mis dedos corazón y anular empecé a digiturbarla ferozmente mientas que con mi
pulgar masajeaba el clítoris palpitante. En pocos minutos se corrió ya que
mientras estábamos follando mi prima y yo ella no dejó de tocarse un instante. Al
estar a punto de correrse, abrí yo mi boca y dejé que todo cayera dentro para
saciar mi sed.
Al haber terminado me levanté y lo
compartí todo con mis recientes conocidas familiares mediante un largo beso. Uno
a uno y en distintos momentos fuimos apareciendo con el resto de la familia
disimulando que hubiera pasado nada. Y así es como una comida familiar aburrida
se vuelve entretenida.