La tensión se notaba en
el aire, miradas, roces, suspiros, pero no nos atrevíamos a volvernos a
encontrar. Además, la otra compañera de piso estaba muy poco en el piso así que
teníamos muchas oportunidades que no aprovechamos y eso hacía que cada noche
tuviera que pajearme pensando en Elsa. El cajón de las pajas estaba lleno de
tributos para ella. Es que se paseaba de una manera por la casa, sin
pantalones, solo una camiseta ancha que marcha toda su anatomía y dejaba
entrever demasiado su cuerpo. Ahora tampoco se cortaba y tanto ella, como Anna,
la otra compañera de piso, iban semidesnudas por el piso como si yo fuera una
más. Lo disfrutaba y me provocaba unas erecciones que no os podéis imaginar así
que yo también empecé a animarme y salía desnudo del baño a la habitación.
Un día me levanté sin
ropa interior pero una camiseta larga y las puse a prueba. Iba con la polla al
aire paseándome tranquilamente por el piso y esperé la reacción. Las dos me
miraban la entrepierna, pero no dijeron nada. La polla se me puso morcillona de
las miradas y cuanto más morcillona, más me la miraban hasta que la erección
salió y allí ya me dijeron que me tapara sin antes echarle un último vistazo.
Me fui a mi cuarto y me empecé a tocar muy duro, pero sin cerrar la puerta del
todo. Iban y venían y cada vez que pasaban por mi puerta medio abierta me
miraban y disfrutaban de verme. Al final me corrí mucho y creo que las dos
oyeron mis gemidos porque pasaron a ver cómo me había llenado de leche,
discretamente.
Esa misma noche, yo dormía
tranquilamente cuando noto una mano que tapa mi boca y me impide decir nada y
noto una fuerte presión en mi paquete agarrándome la polla. Me chista para que
no hable y sigue masajeando mi polla. Cuando me relajo, me destapa la boca, se acerca
a mi oreja y me susurra: “te has quedado bien a gusto esta mañana eh?” mi erección
le contestó sin yo tener que decir nada.
Ahora se levantó de la
cama y fue hasta la puerta que cerró con pestillo para que no entrara nadie ni
pudiera salir yo jaja. Cuando se levantó para ir a la puerta pude observar que venía
con su camiseta ancha, pero sin bragas con alguna gota de su elixir bajando por
sus piernas, se ve que la situación la excitaba. Volvió y yo ya me había bajado
los pantalones a lo que ella me los volvió a hacer poner porque quería bajármelos
ella. El monstruo que había creado aparecía por fin y yo me decidía a disfrutarla
al 100%. Siguió pajeando mi paquete, notando como me crecía en el interior,
mientras ponía su entrepierna en mi cara. Podía oler su sexo y eso hacía que mi
polla se pusiera aun más dura dentro de mi ropa interior.
Cuando notó que mi polla
ya no podía más ahí dentro la sacó y como un resorte apareció delante de ella. Elsa
apretando su coño contra toda mi cara, se acercó mi polla a la boca y empezó a chuparla
como el otro día y se la metió hasta el fondo, tocando su garganta y mientras
yo comía su precioso coño peladito, húmedo y deseoso de mi lengua. Me lo restregaba
por toda la cara con unos movimientos de pelvis muy precisos y disfrutaba
porque la escuchaba gemir como loca. Yo no podía parar de suspirar cuando me
dejaba algún momento para respirar.
Hubo un instante, donde
mi polla empezó a soltar líquido preseminal y ahí paró, se giró y me preguntó
si iba a aguantar como la última vez, a lo que contesté que sí rotundamente y empezó
a chupar, lamer y morder como si no hubiera un mañana y yo le respondí dándole
toda mi leche que se tragó toda disfrutando cada gota.
Como sabía que necesitaba
un rato para volverme a activar, se giró hacia mí y me usó como si fuera su
vibrador, como le había enseñado. Ese néctar que lamía y me comía activó mi
polla en un instante y al notarlo, se paró y se puso a cuatro patas a lo que me
dijo: “Fóllame como una perrita y no tengas piedad”. Me levanté y se la ensarté
hasta el fondo. Vi como se estremecía de placer y se agarraba a las sábanas para
aguantas las embestidas. Entraba y salía con fuerza, pero resbalaba de lo lindo
ya que estaba muy húmeda. Mientras mi pelvis no dejaba de moverse para entrar y
salir mis manos fueron a jugar con sus enormes tetas y sus pezones duros por la
excitación y al escuchar el ritmo de su respiración aumentar aumenté el ritmo
de las penetraciones hasta que nos corrimos los dos. Y cuando nos corrimos como
las ansias de más de los dos nunca terminan lamí su coño caliente por la fricción
entre los dos sexos y disfruté.
Terminamos exhaustos,
sudados, calientes, felices y húmedos los dos y no pudimos evitar quedarnos
dormidos…
Continuará…
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